Buckinham Palace, (Londres VI)
Como todo buen “guiri”, existe un lugar en Londres que no puedes dejar de visitar: Buckinham Palace, el edificio icónico de la realeza inglesa. El Palacio de la Reina Isabel, que se encontraba por aquellos días en los fastos de su aniversario, sus jardines, pero sobre todo el boato del “Cambio de guardia” que tantas y tantas veces hemos visto en televisión, en la prensa y el cine y que ya reconocemos como un elemento más de la cultura occidental.
Ciertamente deciminónico, pero representado con tal profesionalidad que te embriaga y te traslada a otras tantas escenas de aquellas películas de los sábados por la tarde. A mi personalmente me gustó tamaña parafernalia, no entro a valorar su desactualizada representación del poder, pero no cabe duda que es todo un espectáculo de color y de historia en vivo.
Entramos por el Admiralty Arch, cuales jinetes sin montura, con la expectación del visitante de plano en mano y apurando el paso para llegar a su hora.
La avenida que se abre hacia el Palacio está jalonada por unos impresionantes y verdosísimos jardines (algo increíble para un almeriense que lo único verde que ve son los greens de los campos de golf)
Andaban decorando las farolas por el Aniversario de la Reina.
Este policía permanecía a la espera en mitad de la avenida.
Y de repente, entre el impresionante sonido de las gaitas los diferentes cuerpos de soldados, caballería, infantería y guardia real van desfilando desde un flanco de la avenida y en dirección al Palacio.
Carreras de guiris (como nosotros) siguiendo el paso de los soldados y miles de clicks de cámara desde todas las direcciones.
Otro jinete cierra la comitiva.
Luego la acumulación de gente era tal que permanecimos un poco alejados de las verjas del Palacio. Mientras a mi me llamó la atención el dorado de la estatua conmemorativa de la Reina Victoria, y sobre todo el contraste con el cielo gris plomizo de aquella mañana.
Después de la ceremonia fuimos a pasear por los jardines del Palacio, un hervidero de vida semisalvaje dentro de un entorno delicadamente conservado.
Salimos de allí por los cuarteles de la guardia, donde otros cientos de “guiris se afanaban en fotografiar a los coloristas caballeros. Es admirable su paciencia, de verdad, yo no podría, mandaría a más de uno a las “Mazmorras”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario